lunes, 14 de abril de 2008

El deporte contemporáneo como actividad de tiempo libre de índole física y social

El deporte moderno surge como una actividad de ocio de sus clases sociales más privilegiadas. Pero en la medida en que se van consolidando los logros de bienestar de la sociedad, las mayores disponibilidades de tiempo libre de capas crecientes de población y otros factores menos importantes, hacen posible que determinadas prácticas deportivas se vayan haciendo cada vez más populares. La refundación de los Juegos Olímpicos a finales del siglo XIX se basa en un concepto ocioso, y en cierto modo todavía aristocrático, del deporte. Un deporte que en la filosofía olímpica cubertiniana se debe practicar bajo las premisas con las que posteriormente se definirá idealmente la civilización del ocio: libertad, desinterés, diversión y desarrollo de la personalidad. En el largo siglo transcurrido desde la creación de los Juegos Olímpicos Modernos, el deporte ha ido configurando un campo social de actividad en el que coexiste el deporte como profesión, esto es, como trabajo productivo, y el deporte como ocio y actividad de tiempo libre. En realidad, existen otras formas deportivas que se mantienen más o menos equidistantes de ambos tipos polares, el deporte como trabajo y el deporte como actividad de tiempo libre, por más que desde el propio sistema deportivo profesional y de alta competición se realiza un trabajo productivo de carácter social dirigido fundamentalmente al entretenimiento (ocioso), un entretenimiento que, paradójicamente, compite con la práctica de un deporte como ocio físico en la disponibilidad de tiempo libre, ya que en cierto modo a más tiempo dedicado al seguimiento y disfrute del deporte espectáculo, menos tiempo libre queda disponible para la práctica personal y recreativa de un deporte en el plano individual .Pero la mayor competencia que recibe desde una perspectiva social y global la práctica individualizada y recreativa de deporte por disponer de suficiente tiempo libre, no proviene tanto del tiempo que ocupan los espectáculos deportivos, como más bien de otras actividades de ocio cada vez más populares, diversificadas y mejor dotadas de apoyos económicos, políticos y sociales para que continúen ampliando de este modo el potente mercado de ocio en las sociedades de consumo masivo y afluente, como es el caso de la sociedad española de comienzos del siglo XXI.

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